ASPECTOS QUE INCIDEN EN LOS PROCESOS EDUCATIVOS DE ESTUDIANTES CON S.D.

HIPERLAXITUD LIGAMENTOSA.


Esta alteración puede traer algunos beneficios a nivel deportivo, musical y artístico, pero no podemos confiarnos, ya que el hecho de poder mover las articulaciones más allá de lo común, puede propiciar no solo una mala postura corporal sino también lesiones articulares y dificultar el desarrollo motor, en algunos casos, esta alteración puede producir dolor articular y muscular con una mayor predisposición a esguinces y luxaciones.

Se habla de hiperlaxitud articular cuando las articulaciones son capaces de moverse más allá de lo considerado normal, debido a un aumento de la elasticidad de los tejidos que las rodean. Esta condición es habitual en los menores de cinco años y va disminuyendo con la edad, pero la mayoría de personas con síndrome de Down continúa con esta hipermovilidad aunque en menor proporción.

Se debe a una alteración en el colágeno, proteína presente en tendones y ligamentos, que provoca que las fibras de estos sean más delgadas y con menor rigidez, lo que permite la hipermovilidad de la articulación.

¿Cómo puede afectar a los niños la hiperlaxitud? Los síntomas de la hiperlaxitud suelen aparecer entre los tres y seis años, probablemente debido a los cambios en las actividades y demandas físicas de esa edad, lo que coincide con modificaciones en la morfología del cuerpo, fuerza muscular, equilibrio y soporte ligamentario.


Alteraciones más comunes:
  • Dolor articular
  • Esguinces, subluxación o luxaciones a repetición 
  • Debilidad muscular 
  • Torpeza motora 
  • Retraso del desarrollo psicomotor 
  • Acortamientos musculares 
  • Desacondicionamiento físico global 


Lumbago

En general, las personas con hiperlaxitud también pueden presentar alteraciones posturales, con un patrón característico con aumento de la curvatura de la parte superior de la columna (cifosis), lo que las hace verse más encorvadas, e incremento de la curva de la zona lumbar (hiperlordosis), rodillas juntas y desplazadas hacia atrás, y pies planos con talones que se desvían hacia dentro.

En cuanto al riesgo de lesionarse con el deporte, no hay una relación directa, pero se recomienda evitar los de contacto o practicarlos con mayor cautela.


Tratamiento para la hiperlaxitud.

El manejo debe ser individualizado y según la gravedad, síntomas e impacto de la hiperlaxitud en la vida diaria. Realizar actividad física de forma regular es fundamental, ya que mejora el estado cardiovascular y el desarrollo muscular, lo que favorece el control, coordinación y estabilidad articular.

“Para prevenir el dolor y las lesiones hay que identificar las actividades que las hayan provocado para modificarlas y evitar posiciones o movimientos articulares que excedan los rangos normales y provoquen elongación excesiva de los tejidos periarticulares”.

También se pueden establecer medidas correctivas, como el uso de plantillas en aquellos que presentan pie plano, órtesis protectoras que aporten estabilidad y limiten los movimientos, o el desarrollo de un programa de ejercicios específicos para atender las distintas necesidades.

“Se suele incluir técnicas de protección articular con ejercicios de fortalecimiento para aumentar la fuerza muscular y disminuir la flexibilidad de las articulaciones, pero también es necesario elongar estructuras acortadas por vicios posturales. Es importante evitar que el niño sea excluido de las actividades y, para ello, es útil trabajar en conjunto con profesores y entrenadores”, concluye la especialista.



LA PROTRUSIÓN LINGUAL EN EL SÍNDROME DE DOWN.


“En boca cerrada no entran moscas”

El control de la lengua en los niños con síndrome de Down”, debe ser una de las preocupaciones más comunes de los padres y las familias, ya que de cierto modo uno de los prejuicios más marcados de esta condición es la falta de control de la lengua, y es por tanto la primera idea que a muchos se nos viene a la cabeza cuando nos confirman la condición de nuestros hijos, pero realmente la expresión que tiene nuestro hijo con la boca abierta y la lengua afuera aunque importante no es la principal razón, sino una de las tantas razones por las que debemos corregir dicho habito.


FACTORES QUE PROPICIAN LA PROTRUSIÓN LINGUAL EN EL SÍNDROME DE DOWN.

Es importante recordar que no todos los niños con síndrome de Down mantienen la lengua fuera de la boca, pero también que eso forma parte del desarrollo inicial. Puede hacerse exagerado o persistir a causa de uno o más de los siguientes factores:
  • Los niños con síndrome de Down suelen succionar débilmente cuando son bebés, y aprenden a controlar el flujo de los líquidos sacando la lengua.
  • Los individuos con síndrome de Down tienen la parte ósea del paladar en forma de ojiva, lo que significa que la lengua queda contenida en un espacio más pequeño. 
  • El tono de los músculos de la lengua es inferior a la media. Esto hace que parezca que es más grande porque está más flácida. El movimiento de la lengua depende de las acciones de varios músculos de la boca y desempeña un papel en la deglución, la respiración, la masticación y el habla. Los individuos con síndrome de Down tienen dificultad para producir y coordinar los movimientos necesarios para controlar la lengua. 
  • Durante el desarrollo normal, la lengua crece a una velocidad diferente de la de las otras partes de la cara, como es la mandíbula o mentón que, en los primeros años, por lo general obliga a la lengua a mantener una posición alta y anterior dentro de la boca. Esto, en combinación con un espacio oral más pequeño y un tono bajo de la lengua, puede hacer que la lengua salga al exterior. 
  • Los músculos de la lengua corrigen constantemente y reajustan la posición de la lengua dentro de la boca, basada en la retroalimentación sensorial que reciben. Muchos niños con síndrome de Down tienen dificultad para recibir e integrar la información sensorial y puede que no desarrollen esta habilidad de una manera tan rápida y completa. En consecuencia, pueden no ser conscientes de que tienen la lengua fuera. 
  • La protrusión de la lengua puede deberse también a su incapacidad para mover la mandíbula y la lengua de una manera independiente. Esta es una habilidad que se desarrolla con el tiempo y depende de la estabilidad del mentón. Esta estabilidad depende en buena parte del tono de los músculos de la cara que mantienen subida la mandíbula contra la fuerza de la gravedad. Sin esta estabilidad, la mandíbula se baja y la lengua se sale. 
  • La protrusión de la lengua puede deberse a los problemas de las vías respiratorias en caso de que existan adenoides o amígdalas grandes, algo frecuente en los niños con síndrome de Down 
  • La capacidad para corregir la protrusión de su lengua exige un cierto grado de reflexión y de motivación para realizar este cambio. En función de la edad del niño y del nivel de su desarrollo, este control de sí mismo puede que no esté desarrollado plenamente o puede hacerlo mucho más tarde. 
  • Muchos niños con síndrome de Down muestran retraso en su desarrollo motor y por tanto puede que no posean esa base estable a partir de la cual se desarrollan las habilidades motoras de la boca. 
  • Las infecciones de las vías respiratorias superiores, que obstaculizan la nariz del niño, pueden obligar a respirar por la boca y no por la nariz. Al respirar por la nariz la mandíbula se baja y la lengua ya no queda retenida dentro de la boca. Estas infecciones se suelen presentar como consecuencia de las infecciones en el oído medio, tan frecuentes en los niños con síndrome de Down. Esto se debe a una disfunción de la trompa de Eustaquio, un tubo cuya entrada está ubicada en la parte posterior de la garganta y la conecta con el oído medio (su función es la de igualar la presión del aire en los dos lados del tímpano) Si el tono de los músculos que rodean la entrada de la trompa es bajo, pueden penetrar en el oído medio líquidos (saliva, secreción, etc.) que fluyen en la garganta, y provocar una infección.


CONSECUENCIA QUE PODRIA ACARREAN LA PROTRUSIÓN LINGUAL.

Al tener la boca permanentemente abierta se altera desde la colocación de lengua hasta el equilibrio corporal. En el niño, en pleno crecimiento y maduración, si la situación se mantiene demasiado puede provocar unos cambios difíciles de revertir.

Y no solo es un problema respiratorio, pueden aparecer complicaciones a medio y largo plazo como malformaciones faciales y orales, cambios en la postura, problemas de audición, alteraciones del olfato y del gusto, así como trastornos del sueño, del lenguaje o intelectuales e incluso de sociabilización.

Malformaciones faciales y orales. Respirar por la boca provoca que la mandíbula se abra, la lengua baje y en ocasiones salga de la boca disminuyendo el estímulo lingual sobre el crecimiento normal de los huesos del cráneo. Sin este estímulo, los huesos de la cara crecen de forma vertical, desarrollando malformaciones faciales y orales, dando lugar a caras alargadas, sin pómulos, dientes que no encajan, apiñados y mal colocados.

problemas de equilibrio por alteraciones corporales. Al respirar por la boca, el niño tiende a adelantar la cabeza y a echar los hombros para delante. Este pequeño cambio altera la posición de su columna vertebral llegando hasta la planta de los pies para compensar el equilibrio corporal alterado. Aparecen entonces chepa o cifosis dorsal, pies planos, tórax poco desarrollado…

Problemas en el oído. El oído es otra de las estructuras afectadas. Al respirar por la boca, las presiones dentro de la nariz y boca no se equilibran correctamente y el oído medio, que está en contacto con la nariz a través de la trompa de Eustaquio, no se ventila. Esto predispone a otitis y al acumulo de moco en las vías altas causando infecciones de repetición e incluso alteraciones de la audición.

Problemas al tragar. Respirar por la boca también puede provocar una deglución atípica, ya que al tener que compartir la misma vía para respirar y tragar, siendo la primera vital, los niños tienden a tragar rápido o incluso dejen de comer.


Problemas causados por la respiración bucal:
  • Alteraciones de los sentidos del olfato y del gusto.
  • Trastornos del sueño, con ronquidos, babeo nocturno o insomnio.
  • Problemas en el lenguaje, con habla imprecisa o sonoridad nasal exagerada.
  • Apatía, cansancio crónico dificultades de atención y concentración e incluso trastornos de la memoria.

Incapacidad respiratoria.
  • Obtención disminuida de la cantidad de oxigeno necesario para los procesos metabólicos
  • El aire no obtiene el calentamiento indispensable que producen los cornetes antes de ingresar a los pulmones 
  • La mucosa nasal se obstruye

    Infecciosos.
    • Las partículas y microorganismos del medio no son retenidas por el filtro que poseen las fosas sales y que nos evitan constantemente enfermedades virales e infecciones respiratorias
    • Los microorganismos propios de la boca que son útiles en los procesos digestivos pero que no son propios de las vías respiratorias pueden llegar a los pulmones contaminándolos.

    Tos seca o tos nocturna.
    • La boca y en general las vías digestivas en contacto permanente con el aire se resecan y producen tos.
    • Estornudo permanente.
    • Trastornos en el desarrollo del macizo facial (paladar estrecho y hundido, mandíbula elongada).
    • Deglución atípica.
    • Sinusitis y otitis.
    • Dientes mal implantados.
    • Trastornos de la audición.
    • Disfonía.
    • Falta de atención.
    • Convivencia.
      • Ejemplo; Si una persona saliva permanentemente, es natural que sus compañeritos traten de alegarse.
    • Apneas obstructivas del sueño.


    TRATAMIENTO PREVENTIVO Y/O CORRECTIVO.


    Ejercicios.

    1. Si el niño es muy sensible en las zonas próximas a su cara, prepárale antes de llegar a la cara. Para ello realiza gestos o presiones acariciando sus manos, sus brazos, sus hombros, el cuerpo y el cuello con un pañito algo rugoso (tipo toalla).

    2. Con esos mismos movimientos firmes y ese mismo paño, empieza a frotar suavemente ambos lados de la cara, la frente, la mejilla, y vete avanzando gradualmente hacia el centro de la cara.

    3. Aplica un masaje a las mejillas con movimientos circulares, en especial alrededor de la lengua.

    4. Con dos dedos, mantén cerrados el labio superior e inferior mediante una presión firme. Mantenlos así durante un par de minutos y suéltalos.

    5. Con movimientos firmes, apoya hacia abajo en la zona entre la nariz y el labio superior, usando un dedo para empujar hacia arriba el labio inferior.

    6. Con el pulgar y el índice, tira hacia abajo del labio superior, empezando por debajo de la nariz y siguiendo hacia el borde del labio superior pero sin llegar a tocarlo. Haz lo mismo con el labio inferior desde la barbilla hasta el labio. Si es preciso, sostén la mandíbula.

    7. Presiona los labios manteniéndolos juntos, apretando un dedo índice debajo de la nariz y el otro por debajo del labio inferior; haz girar los dedos hacia los labios.

    8. Introduce gradualmente sabores más fuertes en las comidas:
    Curry, salsas chinas, chips (con crema de alioli, vinagre, ketchup, etc.).
    Frutas y yogures ácidos o amargos (kiwi, limón, frutos del bosque, pomelo, fresa).
    Alimentos muy fríos (helados)

    9. Juguetes que estimulen los sentidos, anillos para morder con texturas diferentes, vibradores, etc.

    10. Motívalos a utilizar sus músculos maxilares y linguales mediante la masticación de alimentos cada vez más sólidos en la medida de sus capacidades.

    11. Hay muchos niños, con y sin síndrome de Down, que rechazan el chupete. Y aunque no es muy recomendable el uso de este instrumento, en el coso del bebe con Síndrome de Down sería bueno que lo aceptara, al menos de vez en cuando, para evitar la protrusión de la lengua, evitar que se esté chupando los dedos y para mejorar su succión. Debe usted insistir un poco jugando con el chupete para que la niño trate de agarrarlo, mojándolo con zumo o algo que guste a su hijo, acérquelo a su boca para que el intente succionar. Además, es conveniente que hagan ustedes ejercicios de movilización de la lengua, los labios, la lengua, con el fin de mejorar y activar su movilidad. Y no se preocupe demasiado porque ese chupeteo suele tender a disminuir con el tiempo. Sí es importante que el bebe no se embobe cuando chupetea, es decir, que no se autoestímale y se aislé mientras hace esa acción.

    12. Mejorar la respiración del bebe o niño.
    • Mantén la nariz de tu hijo siempre limpia utilizando gotitas salinas o suero fisiológico y una perilla. Hazlo la mayor cantidad de veces al día. Mientras más limpia esté su nariz, menos oportunidades habrán de que tenga infecciones que se desencadenen en problemas de oídos o sinus.
    • También te interesará conocer acerca de LAVADOS NASALES
    • Nunca alimentes a tu hijo en acostado. Trata de ponerlo lo más posible en posición sentado sosteniendo su espalda y cuellito con tu brazo hacia arriba. Eso evitará que los líquidos pasen a sus oídos o nariz causando infecciones.
    • Siempre quítale a tu niño los gases después de comer. Es importante en todos los niños, pero en este caso en particular puedes estar salvándolo de reflujo y de infecciones a causa de los mismos.
    • Se aconseja que los niños no duerman sobre almohadas para evitar riesgos de asfixia, pero lo que si puedes hacer, es poner una almohada bajo el colchón sobre el área de la cabeza y otra bajo el colchón sobre el área de los pies. Esto hará que se forme una pequeña V que mantendrá a tu niño en una posición que favorece la digestión y evita que los líquidos se alojen en la sinus.

    13. Ideas prácticas para desarrollar los movimientos de la mandíbula (mentón) y de la lengua:
    • Cuando des de comer a tu hijo con cuchara, coloca la comida en el centro de la lengua y presiona firmemente hacia abajo. Esto reducirá la salida o protrusión de la lengua que suele ocurrir durante la deglución (el acto de tragar la comida).
    • Conforme vaya reduciendo la protrusión de la lengua, coloca el alimento en los laterales de la boca, entre los dientes. Esto estimulará la masticación y los movimientos laterales de la lengua.
    • Para estimular la masticación y los movimientos laterales de la lengua:


    Para empezar, elige el momento en que el niño se encuentra relajado.
    •  Inicialmente, no hagas estos ejercicios durante las comidas.
    • Utiliza objetos como son los anillos de dentición (con estrías, etc.), alimentos que no se disuelvan en la boca (alimentos duros, frutos secos como son trozos secos de plátano, de pera, de albaricoque; palo de regaliz, etc.).
    • Coloca el objeto en la boca, entre los dientes, siguiendo la línea de la mandíbula y asegúrate de que está colocado de forma que no tensiona los labios. No lo pongas muy detrás para que no se atragante.
    • Empieza por el lado mejor; después usa el otro.
    • Si el niño no lo mastica retíralo suavemente o empújalo hacia abajo.
    • Cuando creas que tu hijo tiene confianza en su habilidad para morder un objeto, haz lo mismo con alimentos. Empieza con alimentos que ya se disuelven (galletas, merengues, Snax, etc.).
    • Si tu hijo no es capaz de morder con sus dientes, rompe un trozo mientras intenta morderlo. Pero no le fuerces a tomar alimentos que su boca no sea capaz de manejarlos.
    • Con el tiempo, introdúcele gradualmente alimentos más masticables.

    14. Ideas prácticas para desarrollar los movimientos de los labios.

    • Delante de un espejo, haz sonidos de “u-u-u” (como un fantasma, el viento, el mono) y de “i-i-i” (como un ratón), exagerando el movimiento de tus labios. Puedes pasar suavemente los labios desde una posición muy estirada (sonrisa) a una posición circular (dar un beso).
    •  Practicar el movimiento del beso: Pasar suavemente de la posición de sonrisa a la de beso. Usa algún lápiz de labios o crema de maquillaje, y haz la marca del beso sobre un espejo, un papel, un clínex, etc.
    • Actividades de soplo:
      • Hacer pompas de jabón con una pajita.
      • soplar bolitas de algodón o pelotas de ping-pong encima de una mesa para que vayan de un sitio a otro,
      • soplar con un silbato,
      • apagar velas
    • Aspirar con una pajita, pero trata de que la mantenga con los labios bien cerrados, no con los dientes. Este ejercicio ayuda también a ejercitar los músculos faciales, los movimientos de los labios, su reforzamiento, el cierre de la mandíbula y una mayor autonomía para la alimentación.


    RESUMEN DE CONDUCTAS PREVENTIVAS.
    • A pesar de todo lo que saben amigos y vecinos, ante cualquier duda o inquietud, consultar siempre con un profesional.
    • Alimentar al bebé con pecho materno por lo menos hasta los seis meses.
    • Si el niño usa chupetes y/o mamaderas, éstas deben estar correctamente limpias y adaptadas.
    Al principio, puede resultar difícil la lactancia materna pero si se insiste y se siguen las normas apropiadas, se consigue. Es lo deseable, tanto por razones psicológicas y médicas como por el hecho de ser la técnica que más ejercita la musculatura orofacial.

    En los niños alimentados con biberón, no se les debe ampliar el agujero de la tetilla por aquello de que les resultará más fácil tirar y chupar, porque con eso sólo se consigue debilitar más la musculatura orofacial. Aparte de que se puede atragantar si tiene problemas de deglución. Para mejorar la fuerza del chupeteo, es conveniente hacer un masaje facial previo, asegurar que la lengua queda retraída antes de introducir la tetilla, utilizando los dedos para asegurar que los labios la rodean y cierran y no hay escape, colocar el dedo índice debajo de la barbilla del niño para ayudarle a deglutir, y tirar de vez en cuando del biberón

    A partir de los 6 meses es preciso orientar a las familias para que inicien la introducción de alimentos y el niño desarrolle su función oral normal, con especial énfasis en la introducción de comida sólida.

    Conviene utilizar una cuchara redondeada, corta, algo plana; poner sólo un poco de comida de cada vez; colocarla sobre la parte superior de la lengua con una ligera presión hacia abajo, cuidando de que el alimento no raspe las encías. Puede darse alimento pegajoso o pasta, animando al niño a que lo retire todo de la cuchara. Los sólidos masticables han de colocarse inicialmente en la región molar de la boca para que el niño se anime a masticarlos, son útiles los alimentos tipo “gusanitos”. Al iniciar la bebida de una taza no usar tubito y asegurar que la lengua está retraída al beber y no debajo del borde. Para niños mayores (2-3 años) es bueno que beban con pajita para reforzar la musculatura. Enseñar a los padres a limpiar las ventanitas de la nariz hasta que el niño se suene, con el objetivo de mejorar la respiración nasal.

    Una vez que salen los primeros molares y hacen oclusión, ha de reemplazarse la secuencia del reflejo succión-deglución por la secuencia masticación-deglución. Pero en muchos niños con síndrome de Down esto es más difícil y requiere terapia motriz de la boca. Existen diversas técnicas que tratan de promover el desarrollo de las estructuras de la boca, madurar la habilidad de la masticación a base de reforzar el tono de los músculos, estabilizar la mandíbula en reposo, liberar el movimiento de las mandíbulas y conseguir el contacto de la oclusión dentaria para estimular el sistema sensoriomotor periodontal. Es conveniente la colaboración entre diversos profesionales para favorecer la estimulación oral: fisioterapeutas, logopedas, otorrinolaringólogos (si hay problemas de amígdalas), odontólogos.

    La intervención temprana en la terapia oromotora supone la estimulación de la terapia pre-y post-habla. Los ejercicios de la terapia pre-habla son útiles para los niños y se han de favorecer los juegos que implican la introducción de diferentes objetos, texturas y temperaturas en la boca. En algunos niños, puede ser útil la terapia a base de colocar algún objeto estimulador en fase temprana, como es la placa de Castillo-Morales . Estas técnicas fueron introducidas hace unos 25 años y consisten en fisioterapia de las estructuras orales y colocación de dispositivos para estimular la lengua y los labios. El dispositivo o placa en el paladar contiene un pequeño anillo de sujeción que induce al niño a levantar su lengua y a realizar movimientos orales. La placa puede tener irregularidades o un pequeño amortiguador de labios con bolitas dentro que promueven los movimientos del labio. La placa se pone dos o tres veces al día durante periodos de 15-60 minutos.


    •  Evitar la succión de dedo.
    • Observar cómo duermen los niños, si con la boca abierta, si roncan, si se despiertan. Estas son señales para consultar con un profesional.
    • Mantener las narinas del niño bien higienizadas, o sea, sonar la nariz en lugar de inspirar los mocos.
    • Preparar alimentos duros y fibrosos para estimular una masticación vigorosa favorable para en tono muscular y el desarrollo armónico de los huesos de la boca.
    • Concurrir habitualmente a los controles con el pediatra.
    • Tratar adecuadamente todos los resfríos y rinitis, porque cuando no son correctamente tratados, favorecen los procesos inflamatorios crónicos nasales con la consiguiente hipertrofia de adenoides y amígdalas palatinas.
    • Practicar actividades deportivas y/o recreativas que eduquen la postura corporal.
    • Lavarse las manos y las del niño antes de comer.
    • Ventilar los ambientes de la casa por lo menos una vez al día.
    • Evitar la colocación de piercing en cualquier parte de la boca y/o la nariz.
    • Los chicles, con o sin azúcar, también son dañinos para la salud articular.
    • Las golosinas con edulcorante también son cariogénicas.
    • Invertir tiempo y dedicación en la elección del armazón para los lentes de nuestro niño que se adapte perfectamente a su cara, que no se deslice hacia abajo sobre la nariz.
    • Adaptar la pantalla y el teclado de la computadora a la correcta posición según la altura de nuestro niño. Anualmente readaptarla, y de esta manera mejorar posturas frente a la computadora o la Tablet.
    • Disminuir el tiempo del niño frente a la computadora, preferiblemente menos del justo y necesario.
    • Tomarse el tiempo adecuado para sentarse con los niños para desayunar, almorzar, merendar y/o cenar.
    • Controlar las ingestas entre comidas.
    • No luchar contra “los molinos de viento”: en los cumpleaños de los compañeritos, las bebidas gaseosas y las golosinas serán los permitidos.
    • Irse a dormir sin comida. En la cama no se come. Se escuchan los cuentos para los dulces sueños, se reza y se duerme.
    • Controlar hábitos de higiene.
    • Estornudar o toser tapándose la boca con el antebrazo.
    Bibliografía recomendada. RESPIRAR POR LA BOCA: CONSECUENCIAS, PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO Tips inclusivos para padres sobre el cuidado y el tratamiento de niños y no tan niños. SILVIA CRISTINA GALETTI.


    Artículo Profesional:

    SÍNDROME DE DOWN, DIFICULTADES EN EL HABLA Y LENGUAJE.

    ¿A qué se deben las dificultades del habla y lenguaje en los niños con síndrome de Down en edad escolar?

    Habilidades sensoriales y perceptivas -Libby Kumin.


    Empezaremos por mostrar los problemas relacionados con sus habilidades sensoriales, perceptivas, características físicas y cognitivas. Teniendo en cuenta muchos de los conceptos analizados ya en mi libro Síndrome de Down: Habilidades tempranas de comunicación. Una guía para padres y profesionales.



    Habilidades sensoriales y perceptivas

    Para poder desarrollar las habilidades del habla y del lenguaje, los niños necesitan algunas habilidades sensoriales y perceptuales básicas. Entre éstas están las habilidades para ver, oír, tocar, gustar y oler las cosas y a las personas de su entorno. Pero también incluyen dos sentidos menos conocidos:

    1) la propiocepción, que es el sentido que informa al organismo de la posición de los músculos.

    2) el sentido vestibular, que es el sentido del movimiento que nos permite mantenernos en equilibrio.

    Las habilidades perceptuales tienen que ver con la capacidad para dar sentido a estas informaciones sensoriales. Así, la capacidad de un niño para oír una voz es una habilidad sensorial; reconocer que se trata de la voz de mamá o de la de papá e interpretar los sonidos que emitís en forma de palabras son habilidades perceptuales.

    Evidentemente, los niños han de ser capaces de oír lo que se dice en su entorno para poder aprender el habla y el lenguaje, pero también necesitan de las habilidades perceptuales para poder dar sentido a lo que oyen. También han de ser capaces de ver los objetos y centrarse en ellos para captar sus características y reconocerlos. Y también han de poder recibir e interpretar las sensaciones del tacto en la boca y en su zona circundante, para aprender a emitir los sonidos del habla. En los apartados siguientes, analizaremos la forma en que las características sensoriales y perceptuales de los niños con síndrome de Down afectan a sus habilidades del habla y del lenguaje.



    Habilidades auditivas.

    La forma normal de aprender el lenguaje es oyendo la lengua que se habla en nuestro entorno. Por esta razón, las personas criadas en hogares anglófonos hablan inglés, y las que han crecido en hogares de habla hispana hablan español. Los niños no nacen programados para hablar un idioma determinado. Ellos aprenden los sonidos, el significado y la estructura de la lengua que escuchan a su alrededor, y que termina convirtiéndose en su lengua materna.


    Puesto que la mayoría de los niños con síndrome de Down experimentan en mayor o menor grado, y al menos durante una parte del tiempo, una pérdida de audición, depender exclusivamente del canal auditivo no basta para adquirir las habilidades de la comunicación. La pérdida de audición, sea permanente o intermitente, afecta el desarrollo del habla y del lenguaje. Por tanto, el niño necesitará pistas visuales, como los gestos, las imágenes y la lectura, para ayudarle a estimular su lenguaje. Además, suelen tener dificultades para destacar lo que se ha dicho del ruido ambiental, especialmente cuando están en clase. De manera que nosotros tendremos que diferenciar bien nuestro lenguaje de los ruidos ambientales para que puedan oírnos y aprender.

    Ya que el buen oído es tan esencial para el desarrollo del habla y del lenguaje, al niño deberá examinarlo periódicamente un otorrinolaringólogo, para que trate los posibles trastornos auditivos, y además sea experto en evaluar la audición y proporcionar las terapias adecuadas, o prescribir los aparatos de audición asistida, los audífonos, por ejemplo.


    1.1. Problemas de audición en los niños con síndrome de Down en edad escolar.

    Los niños con síndrome de Down pueden tener uno de los dos tipos más comunes de la pérdida de audición, o una combinación de ambos:

    1. Pérdida auditiva conductiva,

    2. Pérdida auditiva neurosensorial.

    3. Pérdida auditiva conductiva. Se produce cuando algo impide que el sonido se reciba en el oído externo y en el oído medio, de forma que tampoco pueda transmitirse bien al oído interno. La mayoría de las veces, el sonido es bloqueado por el fluido situado en el oído medio, que puede haberse acumulado por infecciones, alergias o por un funcionamiento inadecuado de las trompas de Eustaquio (estructura anatómica en forma de tubo que conecta el oído medio con la parte posterior de la nariz). El fluido también puede acumularse porque los conductos auditivos suelen ser más pequeños y de menor ángulo, lo que dificulta el drenaje de cualquier fluido. Incluso un exceso de cerumen (cera) en el conducto auditivo externo puede causar una pérdida auditiva conductiva. El fluido en el oído es un problema muy extendido entre los niños con síndrome de Down. Se estima que entre el 60 y el 70 por ciento tiene pérdida auditiva conductiva intermitente, debido a la acumulación de fluido.

    La pérdida auditiva conductiva no suele ser continua, puesto que varía dependiendo de la cantidad de fluido acumulado de fluido u otras causas similares. La pérdida auditiva más común es una pérdida auditiva fluctuante, lo que significa que algunos días tienen la audición mejor y en otros peor. Este hecho puede producirles mucha confusión, ya que el mismo sonido del habla lo percibirán de forma diferente dependiendo del día. (Ver la Tabla 2-1, que contiene ejemplos de cómo un niño de ocho años malentendió las palabras durante un acceso de fluido en el oído medio).

    Esta pérdida auditiva fluctuante afecta también al desarrollo de los sonidos del habla, y al desarrollo de los finales de las palabras y de la gramática. Si un niño no puede oír claramente todos los sonidos, tendrá dificultades para aprenderlos. Si no puede oír todos los sonidos que componen una palabra, le costará aprender a incluir todos los sonidos de esa palabra cuando la pronuncie. Es relativamente frecuente que los sonidos finales de las palabras (como las terminaciones verbales y los plurales) se pronuncien en voz más baja. Por tanto, es muy frecuente que los niños con síndrome de Down omitan la pronunciación de estos sonidos finales, y esto tiene que ver con la pérdida auditiva. En el colegio, si un niño no escucha bien las instrucciones de su profesor y no responde a ellas, el profesor pensará que tiene un problema de conducta o que no quiere obedecer, de manera que hay que tener en cuenta que la pérdida auditiva puede ser uno de los factores de en una conducta que puede ser interpretada como problemática.


    Tabla 2-1: Ejemplo de cómo el fluido en el oído medio puede distorsionar la audición.


    Lo que se dijo

    Lo que el niño entendió

    Give her a treat
    Give her three
    I need something to read
    I need something to eat
    Let's go get Kathy
    Let's forget Kathy
    Keep the ants out
    Keep your hands out
    She has measles
    She has needles
    Pizza with sausage
    Pizza with dog spit
    Goody goody
    Kitty kitty
    Daisy
    Baby
    She was born
    She was boring


    Cuando los niños con síndrome de Down empiezan a ir al colegio y van pasando los cursos elementales, muchos tienen menos infecciones de oídos. Pero otros muchos siguen teniendo problemas con el fluido del oído medio, debido a sus diferencias anatómicas, como sus conductos auditivos más pequeños y estrechos. Según la Dra. Sally Shott, otorrinolaringóloga que trabaja fundamentalmente con personas con síndrome de Down, los niños de entre seis a catorce años (rango de edad del que ahora tratamos) suelen tener fluido en el oído medio y pérdida auditiva sin diagnosticar. Todavía no sabemos, porque carecemos de información al respecto, hasta qué edad este fluido continúa siendo problemático.

    El fluido del oído medio (llamado otitis media adhesiva) es pegajoso y con frecuencia obstruye las trompas de Eustaquio. Esto impide que las trompas mantengan ventilado el oído medio. Cuando el fluido llena el oído medio, el sonido no puede pasar bien a través de él y el habla apenas se escucha. El Dr. Patrick Sheenan de la National Deaf Children's Society del Reino Unido, asegura que muchos niños con síndrome de Down dejan de tener otitis media adhesiva a medida que crecen y desarrollan sus trompas de Eustaquio, lo que suele suceder sobre los ocho años de edad, pero en algunos niños estas dificultades perduran más tiempo: problemas de obstrucción de las trompas de Eustaquio en su adolescencia, y necesitan el tratamiento que describiremos más abajo para poder preservar y aumentar al máximo su capacidad auditiva.

    Para reducir al mínimo sus efectos adversos en la audición, las infecciones del oído hay que tratarlas de inmediato. En algunas ocasiones los antibióticos ayudan a mejorar la congestión de los oídos. Algunos médicos los prescriben como medida profiláctica (medida preventiva). Con frecuencia, hay que implantar quirúrgicamente unos tubitos en el tímpano para que el fluido pueda drenar bien. En los Estados Unidos a estos tubitos se les denomina tubos EP (ecualizadores de presión), tubos de timpanostomía o de miringotomía; en otros países pueden denominarse drenajes transtimpánicos o tubos de ventilación [diábolos]. Los tubos EP consiguen que la presión del aire del oído medio se iguale a la presión del aire del exterior. La operación para implantar estos tubos se denomina miringotomía. Por lo general es con anestesia general, y la realiza un otorrinolaringólogo pediátrico y es un procedimiento breve, que habitualmente se lleva a cabo en diez o quince minutos. Comúnmente estos tubos se conciben como un "remedio" temporal para el fluido ótico, y caerán por sí solos al cabo de un periodo de entre varios meses a un año.

    La implantación de estos tubos suele conseguir una diferencia notable en la capacidad auditiva de un niño. Algunos sólo necesitarán uno o dos juegos de tubos, sin embargo otros pueden necesitar múltiples juegos de tubos durante varios años. Una madre me contó que su hijo de 21 años aún sigue necesitando que se los implanten (puesto que los anteriores se desplazan y caen).

    Incluso cuando no haya infecciones activas en el oído, los padres tienen que asegurarse de que a su hijo lo revise con regularidad un médico de familia o un otorrinolaringólogo, y que anualmente se le realicen tests de audición, para comprobar cómo están funcionando sus oídos y tratar cualquier problema que se presente.

    Pérdida auditiva neurosensorial. Algunos niños con síndrome de Down tienen pérdida auditiva neurosensorial o sordera. Se trata de un tipo más permanente de pérdida auditiva, producida por daños en el oído interno, en el nervio auditivo o en ambos. Puede afectar la capacidad de oír ciertas frecuencias (tonos) y por tanto, la capacidad para oír determinados sonidos. Aunque los investigadores están encontrando nuevas anomalías en el oído interno, estos hallazgos no se han correlacionado con la pérdida auditiva neurosensorial.

    Los niños que padecen este tipo de pérdida auditiva suelen necesitar aparatos para amplificar los sonidos. Los audífonos pueden ser unas pequeñas petacas electrónicas que se llevan en un bolsillo o atadas a la zona pectoral (accesorio corporal), o audífonos electrónicos en miniatura que se colocan en la parte posterior de la oreja o dentro del canal auditivo. Es importante que el niño vaya acostumbrándose a llevarlo puesto siempre, o durante el tiempo indicado por su audiólogo.

    Pérdida auditiva mixta. Muchos niños con síndrome de Down padecen una combinación de pérdida auditiva conductiva y de pérdida auditiva neurosensorial. Esta combinación se conoce como sordera mixta o pérdida auditiva mixta.


    1.2. Cómo entender los resultados de los test de audición

    A los niños con síndrome de Down en edad escolar se les debe realizar los test auditivos anualmente. Aunque en la escuela o en la consulta del pediatra se realice una "revisión" de la audición, no sustituye al examen auditivo a fondo que realiza un audiólogo profesional preparado para utilizar distintos test y estrategias para medir la audición con la mayor precisión posible, ya que lo hará en una sala insonorizada y libre de distracciones. En la escuela o en el despacho del pediatra suele haber mucho ruido ambiental que puede dar lugar a resultados erróneos: sonidos provenientes de la entrada, sillas que se ruedan, personas que pasan, bebés que lloran en la consulta del doctor.

    Los resultados de los test informan sobre el umbral de audición, es decir: la intensidad mínima de sonido a la que vuestro hijo haya respondido regularmente en el test. También revelarán si le cuesta más percibir los sonidos en unas frecuencias (tonos) que en otras.

    Los niños con un umbral auditivo de 15 decibelios (dB) o menos tienen una audición normal. Esto quiere decir que pueden percibir sonidos de 15 decibelios o más débiles. Los niños que tienen umbrales de audición de 15-30 dB tienen una pérdida auditiva leve. Podrán oír claramente los sonidos vocálicos, pero tendrán dificultades para percibir ciertos sonidos consonánticos. Por ejemplo, les resultará más difícil oír las eses finales de las palabras en plural. También les costará entender lo que se habla cuando hay ruido de fondo, por ejemplo en las aulas que no tienen tabiques divisorios (aulas en espacios abiertos) o en el comedor.

    Los niños con un umbral auditivo de entre 30 a 50 dB tienen una pérdida moderada de audición. Tendrán dificultades para oír los sonidos en un nivel normal de conversación, y necesitarán la amplificación para poder aprender los sonidos y el lenguaje. Los niños con un umbral de entre 50 a 70 dB tienen una pérdida auditiva grave, y por lo general habrán de llevar aparatos que les ayuden a oír el habla y a aprender a hablar.

    Los que tienen umbrales auditivos superiores a los 70 dB tienen dificultad para aprender a hablar y necesitan un tratamiento continuo. Los que padecen pérdida de audición severa o profunda tienen un diagnóstico dual de síndrome de Down y sordera. (Cuando existe una pérdida auditiva severa o profunda, suele utilizarse el término sordera.)

    La mayoría de los que tienen una pérdida de audición, tienen una pérdida auditiva conductiva de leve a moderada y generalmente siguen utilizando el habla como su primer método de comunicación. Cuando tienen una pérdida auditiva severa o profunda, hay que realizar una consulta con el otólogo (especialista en oídos) u otorrinolaringólogo, con el audiólogo, el logopeda y el educador especial, para determinar qué método de comunicación será el más conveniente para el niño.


    1.3. Oír en una clase con un entorno ruidoso.

    En un aula corriente de enseñanza elemental, el profesor se sitúa de pie a una distancia de entre dos a cuatro metros de los niños de la primera fila, y a más distancia de los niños de las filas más lejanas. El ruido de fondo de un aula corriente es de unos 60 decibelios. Las medidas de las voces de los profesores las sitúan aproximadamente entre 62/64 decibelios. Puesto que la voz del profesor supera apenas en unos pocos decibelios al ruido de fondo, a los niños con una pérdida auditiva leve o moderada suele resultarles muy difícil descifrar lo que dice el profesor.

    Los audífonos y los altavoces ayudan a amplificar la voz del profesor de manera que los niños la escuchan mejor. Generalmente, los altavoces se usan para grupos y para mejorar la acústica del aula en general, y resultan útiles para los niños que tienen una pérdida de audición leve. Cuando la ayuda la necesita un niño en particular, o un niño con una pérdida de audición moderada o severa, lo que suele utilizarse son dispositivos de ayudas técnicas de radio o sistemas de FM personales. Los sistemas amplificadores transmiten los sonidos desde un micrófono situado a pocos centímetros de la boca del profesor hasta el oído del alumno, de manera que amplifican lo que el profesor dice sin amplificar el ruido de fondo. La finalidad de estos dispositivos es producir una voz clara y uniforme que pueda oírse fácilmente por encima de cualquier otro ruido del aula.

    Los sistemas de altavoces o los sistemas de FM personales son los que suelen usarse con los niños que tienen una pérdida de audición leve. El sistema binaural FM (en ambos oídos), el sistema de FM detrás del oído o los sistemas de FM personales son los que se utilizan para los niños con pérdidas auditivas moderadas o profundas. A veces a estos sistemas se les denomina dispositivos de radio.

    Un audiólogo podrá ayudaros a determinar cuáles son las necesidades de vuestro hijo, y a indicaros el sistema más adecuado para él. La planificación de los apoyos para la audición habrá de ser parte integrante del proceso del Programa de Educación Individualizada (IEP en USA). Si en el IEP de vuestro hijo se indica que necesita el apoyo de un sistema amplificador de sonido de campo, su escuela tendrá la obligación de proporcionarle dicho sistema. Los sistemas de amplificación del sonido de campo resultan útiles para muchos de los alumnos del aula, incluyendo a los que tienen dificultades de aprendizaje o de concentración. Estos sistemas hacen que la voz del profesor suene más alta, sin aumentar por ello el ruido de fondo, de manera que los mensajes importantes se destacan del sonido ambiental.



    Habilidades visuales.

    Los niños aprenden el lenguaje conectando una etiqueta (nombre) con un objeto. Para aprender una palabra, resultará de gran utilidad que el niño pueda miraros para aprender cómo se dice. La habilidad para recorrer o seguir visualmente un objeto móvil también es importante para aprender los conceptos y para aprender a usar las palabras como etiquetas. La vista sigue siendo importante para aprender a medida que el niño va creciendo.

    Los niños con síndrome de Down se apoyan y se sirven bien de las pistas existentes en el ambiente. Es decir, van captando pistas de lo que pasa a su alrededor (especialmente a través del sentido de la vista), y esas pistas les ayudan en la comprensión del lenguaje. Por ejemplo, si vuestra familia visita un acuario y hacéis gestos referentes a la vida marina al tiempo que usáis una nueva palabra de vocabulario, el niño podrá comprender fácilmente de qué animal estáis hablando. Es por esto por lo que las habilidades lingüísticas de los niños con síndrome de Down en casa y en la comunidad son mucho más avanzadas de lo que muestran las puntuaciones de sus test. La realización de un test implica un lenguaje descontextualizado. No hay pistas en el entorno, ni en el cuaderno del test que puedan ayudar a imaginar lo que pasa o lo que se nos pide que hagamos. En un test, una de las preguntas podría ser: "¿Qué esperamos ver en un acuario?", pero no habrá ni imágenes ni indicaciones. En los test, por lo general, sólo aparecen palabras.

    Si el niño no ve claramente o tiene dificultades para centrarse en los objetos, tendrá lógicamente más dificultades para aprender a asignar palabras concretas a objetos concretos. Muchos niños con síndrome de Down muestran dificultades visuales. Al menos el 50% tiene estrabismo, o problemas de equilibrio muscular que hacen que uno o ambos ojos se desvíen hacia adentro o hacia afuera. Son también frecuentes los problemas de visión cercana (hipermetropía) o lejana (miopía), y el astigmatismo (visión borrosa de cerca y de lejos, debido a una alteración en la curvatura de la córnea). Ya que los ojos siguen creciendo hasta el final de la adolescencia, no es infrecuente que los problemas de visión aparezcan primero o evolucionen en los niños en edad escolar. La hipermetropía puede mejorar con el transcurso del tiempo, a medida que el ojo va creciendo, pero la miopía empeora por lo general.

    Todos estos problemas de visión son fácilmente corregibles y no debería dejarse que interfirieran en el desarrollo de la comunicación del niño. Si sospecháis problemas de visión, pedidle a vuestro pediatra que os refiera al oftalmólogo pediátrico, especializado en evaluar y tratar los problemas de visión de los niños.

    A pesar de sus posibles problemas de visión, la percepción y memoria visuales son puntos fuertes de los niños con síndrome de Down. Tienen una memoria visual relativamente fuerte, y aprenden bien a través del canal visual.



    AFECCIONES OCULAR HABITUALES EN EL S.D. DE LAS CUALES DEBEMOS ESTAR MUY PENDIENTES.


    A nivel ocular la mayoría de los pacientes muestran alguna alteración (casi en el 70 % de los casos).


    Blefaritis.
    Es una inflamación o infección del borde de los párpados, que provoca enrojecimiento e hinchazón palpebral. Es muy importante tratarla ya que así se evitan las alteraciones secundarias que provoca el frotamiento ocular producido por el picor existente en la zona.

    Queratocono.
    Es el adelgazamiento progresivo de la córnea que provoca una deformación de la misma en forma de “cono”. Su alta incidencia podría estar relacionada con el frotamiento ocular provocado por la blefaritis.

    Cataratas.
    Son opacidades del cristalino. En función de la edad en la que aparecen existen diferentes tipos:
    • Cuando aparecen de forma prematura suelen ser totales, comprometen la visión y requieren por lo general tratamiento quirúrgico.
    • Si se desarrollan en la infancia o en la adolescencia son corticales o polares. En estos casos afectan levemente a la visión y no suelen necesitar cirugía.
    Miopía, hipermetropía y astigmatismo.
    Los defectos de refracción son más frecuentes en los niños con Síndrome de Down que en la población en general. La hipermetropía es la que tiene una incidencia mayor, seguida del astigmatismo y la miopía.

    Alteraciones del conducto lagrimal.
    También son más frecuentes, con secreciones y lagrimeo frecuente.

    Estrabismo.

    Es la falta de paralelismo de los ejes visuales de manera que cada ojo mira en diferente dirección. El más frecuente en el Síndrome de Down es el estrabismo horizontal, “hacia dentro o hacia fuera”. Algunos casos pueden necesitar tratamiento quirúrgico para evitar una ambliopía u “ojo vago”.


    Nistagmus.
    Es una oscilación rítmica e involuntaria de los ojos, generalmente bilateral y conjugada, es decir que afecta a los dos ojos por igual.

    Es muy importante acudir al oftalmólogo lo antes posible para realizar el diagnóstico y tratamiento precoz en caso de que exista patología ocular y asegurar un adecuado desarrollo de su sistema visual. Además las capacidades visuales de los niños con Síndrome de Down son, en general, superiores a las auditivas, y un punto fuerte para su aprendizaje



    HABILIDADES TÁCTILES (PROPIAS DEL TACTO).

    Los niños con síndrome de Down pueden tener varias dificultades relativas al tacto que pueden afectar el desarrollo del habla y el habla en sí. Son dificultades que tienen que ver con la conciencia sensorial, la hiposensibilidad al tacto, la hipersensibilidad al tacto, o una combinación de estos problemas.

    Pueden mostrar dificultades con la percepción o conciencia senso­rial. Por ejemplo, si uno de estos niños mastica una cracker o una galleta, con frecuencia no se dará cuenta de que se le que­da algo de alimento entre sus labios, o en las mejillas y en los dientes. Generalmente no usará la lengua para limpiar esa área de forma automática como suelen hacer los demás niños, pero se le puede enseñar a hacerlo. No limpia el área con la lengua porque su cuerpo no le está enviando mensajes de retroalimentación sensorial que le indiquen que todavía queda alimento en su boca. Por lo general, si llevas a tu hijo ante un espejo en esa situación, se quedará sorprendido, ya que piensa que ha terminado toda la comida. Puede tener también dificultad con la propiocepción táctil cuando habla, es decir, dificultad para saber dónde está su lengua y dónde debería colocarla para emitir un determinado sonido.

    Si muestra dificultad para procesar sensaciones en su boca, eso le llevará a la larga a tener di­ficultades para hablar. Si tiene disminuida la sensación al tacto en la boca (hiposensibilidad), le resultará más difícil sentir dónde está tocando su lengua cuando intente hacer sonidos del habla.

    Algunos son hipersensibles al tacto (defensivos táctiles), y se les puede hacer intolerable cualquier tacto alrededor de la cara o la boca. Si vuestro hijo es un niño defensivo táctil, le disgustará explorar los objetos con su boca, lo que limitará la práctica de los movimientos necesarios de los labios y de la lengua.

    Otros son hiposensibles (menos sensibles al tacto de lo normal). Algunos de estos niños son buscadores sensoriales. Es decir, se llevan continuamente cosas a la boca, dan lametones, mastican o chupan objetos no comestibles, como su ropa, están inquietos y no paran. Se concentran en los estímulos, y tienen menos conciencia de las sensaciones y de los movimientos del habla. En las sesiones de logopedia y en casa, las actividades, como usar un espejo por ejemplo, les ayudarán a acrecentar la conciencia de sus órganos articulatorios, y de sus sensaciones en los labios, la lengua y otros órganos articulatorios, a medida que van emitiendo los diversos sonidos.

    Si nuestro hijo es hiper- o hiposensible al tacto, consultad a un terapeuta ocupacional que esté for­mado en el tratamiento de los trastornos de procesamiento sensorial (V. más adelante). El terapeuta ocu­pacional utilizará actividades y ejercicios que ayudarán al niño a responder con más normalidad al tacto.



    TRASTORNO DEL PROCESAMIENTO SENSORIAL/INTEGRACIÓN SENSORIAL.

    Para aprender bien el lenguaje, los niños han de procesar y organizar simultáneamente los estímulos que entran por más de un sentido. Por ejemplo, para aprender a pronunciar una nueva palabra que se dice en la clase de ciencias, el niño debe ser capaz de escuchar cada sonido de la palabra cuando la dice la profesora, y después deducir cómo ha de mover sus labios, su lengua, etc. para hacer esos sonidos. Y para aprender qué palabras corresponden a la gama de colores, debe ser capaz no sólo de ver y reconocer los colores, sino que ha de conocer también la diferencia entre claro y oscuro.

    Esta capacidad para organizar los estímulos a partir de diversos sentidos y aplicarlos a la vida diaria se denomina procesamiento sensorial o integración sensorial. Es el proceso neurológico a través del cual integramos e interpretamos los mensajes sensoriales de nuestros siete sentidos: la vista, el oído, el tacto, el gusto, el olfato, el propioceptivo y el vestibular. Alrededor del 20% de las personas tienen algún tipo de trastorno en el procesamiento sensorial, pero mi impresión clínica es que, en los niños con síndrome de Down, el porcentaje de los que tienen trastornos de procesamiento sensorial es muy superior al 20%.

    Algunos niños tienen dificultades con la hipersensibilidad a los sonidos. Se tapan los oídos con las manos incluso cuando los sonidos ambientales no son excesivamente altos. Pueden llegar a sentirse muy incómodos en los partidos de baloncesto u otros eventos deportivos donde el nivel de ruido es muy alto. A esto se le denomina problema de integración auditiva. Hay diversos y variados programas de terapia de integración auditiva (AIT por sus siglas en inglés), enfocados específicamente a tratar este problema. Las terapias se realizan haciendo que el niño, a través de unos audífonos, escuche una música de la que se han filtrado, suavizándolas, determinadas frecuencias para "volver a entrenar" la audición del niño. La terapia AIT es controvertida, cara, y a veces la aplican personas muy poco preparadas. Si vuestro hijo tiene dificultades de integración auditiva y os decidís a buscar una terapia, aseguraos de que el programa lo aplique un audiólogo oficial y autorizado.

    La habilidad de procesamiento/integración sensorial de un niño afecta al modo en que los demás le juzgan, a él y a su conducta. Por ejemplo, cuando un profesor le llama, espera que el niño responda a su pregunta o siga sus indicaciones. Es decir, el profesor espera que el niño oiga lo que se le ha dicho, y que reaccione a lo que ha oído llevando a cabo las acciones correspondientes. Si el niño no responde con las palabras o movimientos que se esperan de él, el profesor puede pensar que el niño está desobedeciendo adrede y pensará que el niño es desobediente o terco. A muchos niños con síndrome de Down se les acusa de tener problemas de conducta, que en realidad son el resultado de sus dificultades con el procesamiento sensorial o con la comunicación.

    Pueden tener problemas para procesar los estímulos procedentes simultáneamente de más de un sentido. Por ejemplo, cuando se les pide que miren y escuchen al mismo tiempo. También pueden tener problemas para centrarse en lo que se les está diciendo si se sienten sobrecargados por demasiadas sensaciones a la vez (el ruido de los estudiantes caminando por el vestíbulo, el olor de las pinturas de los pósters, el reflejo de la luz solar en una ventana cercana). A veces, cuando parece que un niño con síndrome de Down es hiperactivo o impulsivo, de lo que se trata en realidad es de una señal de sus dificultades con la integración sensorial. El trastorno del procesamiento sensorial y los problemas de integración sensorial de esta naturaleza, no sólo dificultan el aprendizaje de las habilidades de comunicación, sino que dificultan también el aprendizaje de muchas otras habilidades.

    El terapeuta ocupacional podrá ayudar al niño a superar sus problemas de integración sensorial. Algunas de las técnicas utilizadas por estos terapeutas incluyen el desarrollo y la implementación de una dieta o prescripción (programa) sensorial en la escuela, como parte del programa del IEP; la presión, lo helado, lo caliente y/o el cepillado; y las Historias Sociales para enseñarle las reacciones apropiadas que se estén viendo afectadas por el trastorno de integración sensorial. Una prescripción sensorial es un plan que se elabora para proporcionar actividades sensoriales en un programa que le dará a cada niño la estimulación sensorial que él necesite, de forma que no trate de buscar estímulos sensoriales de forma inconveniente, como por ejemplo, golpeándose la cabeza.

    Las dificultades del procesamiento sensorial son más comunes en estos niños que en los de desarrollo típico. Incluso son más comunes en los que tienen un diagnóstico dual de síndrome de Down y autismo. Desde nuestra práctica clínica, hemos observado que muchos tienen algunas dificultades con el procesamiento sensorial, como por ejemplo, dificultades para tolerar los ruidos fuertes, para aceptar que se les cepillen los dientes, o que se les corte el pelo, o para tolerar texturas mezcladas en sus alimentos.



    Nota. El artículo forma parte del capítulo 2 del libro Helping Children with Down Syndrome Communicate Better: Speech and Language Skills for Ages 6-14, de la Dra. Libby Kumin, publicado por Woodbine House (Bethesda, USA. 2008). Traducción autorizada de Rosario León Cuyás.



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