ASPECTO SOCIAL Y EDUCATIVO
EL SINDROME DE DOWN VISTO DESDE LO SOCIAL Y EDUCATIVO.
En 2008, 60 años después de la Declaración de los Derechos Humanos, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la Convención de los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad y se establece la educación inclusiva. La educación inclusiva no trata de incluir a algunos en los centros ordinarios sino de transformar los sistemas educativos para que respondan a la diversidad y a las necesidades de todos. Es una aproximación estratégica para facilitar el aprendizaje de todos los estudiantes y superar todo tipo de exclusión; se basa en un derecho a la educación y no en un privilegio de la mayoría. Todos los educandos tienen derecho a participar y practicar el aprendizaje en las aulas sean cuales fueran sus necesidades.
Debido a que no existe en la actualidad un tratamiento que reverse los padecimientos ocasionados por la presencia del cromosoma extra y teniendo en consideración que cada una de las características propias del síndrome de Down corresponde a una desviación de la normalidad, lo cual representa por lo general una serie de desventajas intelectuales y somáticas para los individuos afectados por dicha condición, es conveniente que sean estructurados una serie de tratamientos multidisciplinario adecuado para cada uno de los padecimientos médicos, incapacidades y discapacidades físicas e intelectuales, ya que como sabemos cada individuo presentará algunos padecimientos y otros no serán expresados en dicha persona, cada profesional en su área del conocimiento debe ocuparse de corregir o minimizar los problemas particulares de cada individuo.
Si, desde los primeros momentos de vida, estos niños reciben una atención adecuada, que abarque todos los aspectos relacionados con el desarrollo de las capacidades de cada uno de ellos (aspectos cognitivos, psicomotrices, afectivos, educativos, sociales...), afianzando las capacidades potenciales y evitando el deterioro de aquellas aptitudes en las que se aprecie un retraso del desarrollo, se lograrán grandes mejoras en su bienestar, calidad de vida y en sus posibilidades de desenvolverse en la vida con autonomía. Esto es así, porque el desarrollo cerebral no depende únicamente de factores genéticos, sino que también influyen los estímulos ambientales (Epigenética).
Las familias deben desterrar las creencias que dicen que el desarrollo de las capacidades de los niños y niñas con Síndrome de Down tiene un límite que no puede superar ningún programa de tratamiento ni de aprendizaje.
Su evolución es más lenta, pero sus potencialidades de desarrollo son mucho mayores de lo que se pensaba hace 25 años.
DISCAPACIDAD INTELECTUAL.
La discapacidad intelectual (antes denominada retraso mental, termino sustituido principalmente por el carácter peyorativo del significado de retraso mental que, además, reduce la comprensión de las personas con limitaciones intelectuales a una categoría diagnóstica nacida desde perspectivas psicopatológicas.) es una alteración en el desarrollo del ser humano caracterizada por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en las conductas adaptativas y que se evidencia antes de los 18 años de edad. Afecta alrededor del 1% de la población general.
La discapacidad intelectual se ha definido cuantitativamente como un valor de cociente intelectual (CI) menor a 70. Sin embargo, este criterio no es suficiente para determinar la discapacidad.
La discapacidad intelectual genera anomalías en el proceso de aprendizaje entendidas como la adquisición lenta e incompleta de las habilidades cognitivas durante el desarrollo humano que conduce finalmente a limitaciones sustanciales en el desarrollo corriente. Se caracteriza por un funcionamiento intelectual muy variable que tiene lugar junto a circunstancias asociadas en dos o más de las siguientes áreas de habilidades adaptativas: comunicación, cuidado personal, vida en el hogar, habilidades sociales, utilización de la comunidad, autogobierno, salud y seguridad, habilidades académicas funcionales, ocio y trabajo.
La discapacidad intelectual implica una serie de limitaciones en las habilidades de una persona para aprender, para desenvolverse en su vida diaria y para responder ante distintas situaciones y lugares.
La discapacidad intelectual se expresa en la relación con el entorno. Por tanto, depende tanto de la propia persona como de las barreras u obstáculos que tiene alrededor. Si logramos un entorno más fácil y accesible, las personas con discapacidad intelectual tendrán menos dificultades, y por ello, su discapacidad parecerá menor.
La discapacidad intelectual generalmente es permanente, es decir, para toda la vida, y tiene un impacto importante en la vida de la persona y de su familia.
Es importante señalar que:
- La discapacidad intelectual no es una enfermedad mental.
- Las personas con discapacidad intelectual son ciudadanos y ciudadanas como el resto.
- Cada una de estas personas tiene capacidades, gustos, sueños y necesidades particulares. Como cualquiera de nosotros.
- Todas las personas con discapacidad intelectual tienen posibilidad de progresar si le damos los apoyos adecuados.
- Hay muchos tipos y causas diferentes de discapacidad intelectual
- Algunos se originan antes de que un bebé nazca, otros durante el parto y otros a causa de una enfermedad grave en la infancia. Pero siempre antes de los 18 años.
- Existen personas con discapacidad grave y múltiple (limitaciones muy importantes y presencia de más de una discapacidad) que necesitan apoyo todo el tiempo en muchos aspectos de sus vidas: para comer, beber, asearse, peinarse, vestirse, etc.
- Sin embargo una buena parte de las personas con discapacidad intelectual tiene gran autonomía, y no necesita muchos apoyos para llevar una vida normal.
¿QUÉ ES LA DISCAPACIDAD INTELECTUAL?
Retraso mental, deficiencia mental, discapacidad intelectual. ¿Qué significan realmente esos términos? ¿Qué conceptos teóricos y, sobre todo, qué actitudes vitales se esconden detrás de esas palabras? Repetimos una y otra vez que el coeficiente intelectual no puede definir a una persona con discapacidad. ¿Cuál o cuáles son, entonces, los elementos que la definen?
EL PLANTEAMIENTO DE PARTIDA.
Cuando nos comunicaron que nuestro hijo –engendrado o nacido– tenía síndrome de Down, muy probablemente el sentimiento que con mayor fuerza atenazó nuestro ánimo fue la consideración de que iba a tener lo que, en términos más habituales, se denominaba retraso mental. Era una mezcla de desconsuelo y de temor ante algo que nos resultaba imprevisto y desconocido. Con los meses y los años, el trato diario y la íntima relación con nuestro hijo nos iban desprendiendo de nuestros prejuicios y limpiando las nieblas que nos impedían ver de cerca una realidad mucho más rica y compleja de lo que habíamos imaginado. Y empezamos a comprobar mejor que nadie el extraordinario caudal de que están dotados los seres humanos, a pesar de sus limitaciones. Es decir, junto a claras insuficiencias apreciábamos evidentes cualidades y capacidades.
Esa travesía que nosotros, como padres, hemos recorrido en muy poco tiempo, las instituciones, los grupos profesionales y la sociedad en general ha tardado muchos años en transitarla. Pero el avance es claro y en la correcta dirección. Este avance tiene su mejor expresión en la modificación que se ha hecho en la misma terminología que define o encabeza la realidad. Ya no se acepta el término “retraso mental” porque posee un carácter peyorativo que subraya lo negativo. El término ha sido sustituido por el de “discapacidad intelectual” que no define ni condena irreversiblemente a la persona, sino que nos alerta hacia una situación o estado especial evolucionable, cargado de luces y sombras, que exige, eso sí, una atención también especial para limitar problemas y potenciar capacidades.
Es preciso, pues, que acertemos a interpretar los contenidos que encierra el término de discapacidad intelectual, tal como lo han ido definiendo recientemente las organizaciones especializadas tras mucha reflexión y debate, porque esos contenidos nos han de ayudar a adoptar una posición decidida y positiva hacia la persona. Nos van a ayudar no sólo a definir un diagnóstico sino, sobre todo, a establecer una evaluación global de toda la riqueza que adorna a una persona, a promover soluciones concretas en cada área o dimensión, y a realizar un seguimiento permanente para controlar los resultados de nuestra intervención.
Las instituciones que encabezan este análisis y coordinan la discusión establecida con el concurso de muchas otras en todo el mundo, son la Asociación Americana sobre el Retraso Mental (AAMR) y la Asociación Internacional para el Estudio Científico de la Discapacidad Intelectual (IASSID).
La visión conceptual que prevalece actualmente en el campo de la discapacidad intelectual es la que va dirigida primordialmente a encontrar los apoyos adecuados para cada persona. Para ello establece un proceso de evaluación de la discapacidad intelectual que comprende tres funciones:
a. El diagnóstico: determina la elegibilidad de una persona para ser considerada como persona con discapacidad intelectual.
b. La clasificación y la descripción: identifica los puntos fuertes y débiles de cada individuo en una serie de dimensiones o áreas, para poder establecer las necesidades de apoyo.
c. El perfil de necesidades de apoyo: identifica los apoyos necesarios para mejorar el funcionamiento, la intensidad de estos apoyos, las personas que han de prestarlos en las distintas áreas.
La discapacidad intelectual es definida como una entidad que se caracteriza por la presencia de:
- limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual
- limitaciones significativas en la conducta adaptativa
- una edad de aparición anterior a los 18 años.
Pero, como ya se ha dicho, intrínsecamente unida a esta definición se establece el marco global en el que la persona con discapacidad se encuentra ubicada. Es decir, el objetivo no se limita a definir o diagnosticar la discapacidad intelectual sino a progresar en su clasificación y descripción, con el fin de identificar las capacidades y debilidades, los puntos fuertes y débiles de la persona en una serie de áreas o dimensiones que abarcan aspectos diferentes, tanto de la persona como del ambiente en que se encuentra. Estas dimensiones o áreas son las siguientes:
a. Las capacidades más estrictamente intelectuales.
b. La conducta adaptativa, tanto en el campo intelectual como en el ámbito social, o en las habilidades de la vida diaria.
c. La participación, las interacciones con los demás y los papeles sociales que la persona desempeña.
d. La salud en su más amplia expresión; física y mental.
e. El contexto ambiental y cultural en el que la persona se encuentra incluida.
Es preciso insistir en que la definición y análisis de estas cinco dimensiones tienen como objetivo fundamental establecer y concretar los apoyos que han de favorecer el funcionamiento de cada individuo, como persona concreta ubicada en un entorno concreto y dotada de sus problemas y de sus cualidades.
La aplicación práctica de la definición aquí propuesta parte de las siguientes premisas que nos sirven para establecer, desde el principio, el marco ideológico de nuestra posición ante la discapacidad intelectual:
a. Las limitaciones en el funcionamiento real deben ser consideradas teniendo en cuenta el contexto del ambiente comunitario normal en que se mueven los compañeros de igual edad y cultura.
b. Para que una evaluación sea válida ha de tener en cuenta la diversidad cultural y lingüística, así como las diferencias en comunicación y en aspectos sensoriales, motores y comportamentales.
c. En un mismo individuo coexisten a menudo las limitaciones y las capacidades.
d. Al describir las limitaciones, el objetivo más importante debe ser el desarrollo del perfil de los apoyos necesarios.
e. Si se ofrecen los apoyos personalizados apropiados durante un período de tiempo suficientemente prolongado, el funcionamiento de la persona con discapacidad intelectual generalmente mejorará.
A la vista de este enfoque, tan realista y positivo, es evidente que, desde la evaluación que tiene en cuenta las cinco dimensiones señaladas, se pretende buscar los apoyos más adecuados para conseguir el máximo funcionamiento individual.
ÁREAS O DIMENSIONES SOBRE LAS QE SE IDENTIFICA LA DISCAPACIDAD INTELECTUAL.
Características Intelectuales y otros Aspectos Cognitivos de las personas con síndrome de down.
1. Inteligencia.
El Síndrome de Down ha ido asociado, tradicionalmente, a un nivel intelectual muy bajo, con retraso mental profundo o grave. Existía la creencia de que el desarrollo intelectual quedaría congelado y no iría más allá que el que alcanzan los niños y niñas de 5 a 8 años. Se decía que eran personas “entrenables”, con capacidad para alcanzar niveles elementales de autonomía personal (aseo, vestido, comida), pero que no merecía la pena darles una educación académica. Sin embargo, casi todas las personas afectadas presentan un retraso mental de leve a moderado. Una minoría tiene un retraso mental profundo y el resto tiene una capacidad intelectual límite.
Las personas con Síndrome de Down logran mejores resultados en las tareas que implican la inteligencia concreta que en las que hay que utilizar la inteligencia abstracta; por ello, las diferencias con otras de su edad empiezan a ser notables durante la adolescencia, que es cuando se pasa a la etapa de pensamiento formal abstracto. Asimismo, en los tests que miden la inteligencia, obtienen mejores puntuaciones en las pruebas manipulativas (por ejemplo, la construcción de rompecabezas) que en las de carácter verbal (por ejemplo, la asociación de palabras y su significado).
En cualquier caso, el nivel intelectual que pueden alcanzar varía de unas personas a otras, dependiendo, en gran medida, de los programas de estimulación, de atención temprana y educativo a los que han acudido desde la primera infancia. Las mejoras que se han apreciado en los últimos 25 años, se deben, en gran parte a las mejoras en atención temprana y en los programas educativos de los últimos tiempos.
2. Memoria.
Los problemas de memoria del Síndrome de Down se refieren, tanto a la capacidad para guardar la información (memoria a corto plazo), como para almacenarla y recuperarla (memoria a largo plazo).
En ocasiones, pueden realizar tareas que no pueden explicar o describir, hecho que apunta a problemas en la memoria explícita o declarativa. Su memoria visual es mayor que la auditiva. En este último caso, son capaces de retener entre 3 y 4 dígitos tras ser escuchados.
La falta de un entrenamiento adecuado puede dificultar el desarrollo de estrategias para orientarse en el tiempo y en el espacio.
Sin embargo, tienen bien desarrollada la memoria operativa y procedimental, lo que les permite llevar a cabo tareas secuenciales, es decir que siguen un orden; hasta que no terminan una, no empiezan la siguiente.
3. Percepción.
Los bebés y niños/as con Síndrome de Down procesan mejor la información visual que la auditiva; perciben mejor lo que ven que lo que oyen. Su umbral de respuesta general es más elevado que el del resto de la población, incluido el umbral para el dolor. Por lo que necesitan estímulos de mayor intensidad y duración para que puedan reaccionar ante ellos. Así, en ocasiones, la falta de respuesta ante las interpelaciones de otra persona se deben a que no se ha percibido la petición, más que a una distracción.
4. Atención.
Las alteraciones de determinados mecanismos cerebrales explican las dificultades a la hora de mantener la atención durante mucho tiempo en la misma tarea u objeto. Las personas con Síndrome de Down se distraen con facilidad ante los estímulos diversos y novedosos. Parecen más sensibles a las influencias externas que predominan sobre la actividad interna, reflexiva y ejecutora. La capacidad de los mecanismos de auto-inhibición es menor. Resumen de los aspectos cognitivos que, con mayor frecuencia se ven afectados en el Síndrome de Down ...[Leer más]
LA CAPACIDAD INTELECTUAL.
La inteligencia se considera como la capacidad mental general que comprende las siguientes funciones (Luckasson y col., 2002):
- el razonamiento
- la planificación
- la solución de problemas
- el pensamiento abstracto
- la comprensión de ideas complejas
- el aprendizaje con rapidez
- el aprendizaje a partir de la experiencia.
- el razonamiento
- la planificación
- la solución de problemas
- el pensamiento abstracto
- la comprensión de ideas complejas
- el aprendizaje con rapidez
- el aprendizaje a partir de la experiencia.
Como se puede apreciar, es un funcionamiento intelectual global que va más allá del rendimiento académico o de respuesta a tests; se trata más bien de esa amplia y profunda capacidad para comprender nuestro entorno e interactuar con él.
La evaluación de este funcionamiento intelectual es un aspecto crucial para diagnosticar la discapacidad intelectual, y ha de ser realizada por personas con amplia experiencia y cualificación, que habrán de recabar en ocasiones la colaboración de diversos especialistas. Pese a sus limitaciones y al abuso que de él se ha hecho, se sigue considerando al coeficiente intelectual (CI) como la mejor representación de lo que aquí denominamos como funcionamiento intelectual de una persona. Pero ha de obtenerse con instrumentos apropiados que estén bien estandarizados en la población general. El criterio para diagnosticar discapacidad intelectual en el funcionamiento de una persona continúa siendo el de “dos desviaciones típicas o estándar por debajo de la media”.
En lo que se refiere a la evaluación del CI en las personas con síndrome de Down, recomendamos el artículo de Ruiz (2001).
LA CONDUCTA ADAPTATIVA.
Entendemos como conducta adaptativa “el conjunto de habilidades que se despliegan en el terreno de los conceptos (p. ej., lenguaje, lecto-escritura, dinero), en el ámbito social (p. ej., responsabilidad, autoestima, probabilidad de ser engañado o manipulado, seguimiento de normas), y en la práctica (actividades de la vida diaria como son el aseo o la comida; actividades instrumentales como son el transporte, el mantenimiento de la casa, la toma de medicina o el manejo del dinero), y que son aprendidas por las personas para funcionar en su vida diaria” (Luckasson y col., 2002).
La capacidad de adaptación marca de modo especial la habilidad de funcionamiento del individuo porque las limitaciones en la conducta adaptativa son las que más van a afectar tanto a la vida diaria como a la habilidad para responder a los cambios constantes e imprevistos que ocurren permanentemente en nuestras vidas y en las demandas que impone el ambiente en que vivimos.
Ocurre, sin embargo, que bien pueden convivir dentro de una misma persona las limitaciones en ciertas habilidades de adaptación con capacidades en otras áreas. De ahí la necesidad de hacer una evaluación que, de manera diferenciada, aborde y analice distintos aspectos de la vida adaptativa. Para hacer un buen diagnóstico de las limitaciones que una persona tiene en su conducta adaptativa es preciso utilizar medidas bien estandarizadas con baremos de la población general que incluya a personas con y sin discapacidad.
El criterio para considerar significativas las limitaciones en esta dimensión, al igual que al evaluar la inteligencia, debe ser el de dos desviaciones típicas por debajo de la media. Existen buenos instrumentos con propiedades psicométricas suficientes como para evaluar esta dimensión (en inglés: escalas de AAMR, Vineland, Bruininks, Adams), si bien no disponemos todavía de buenas adaptaciones en español. En cambio disponemos de excelentes publicaciones para planificar los apoyos necesarios para trabajar y progresar en la adquisición de estas capacidades. Características de la Personalidad ...[Leer más]
PARTICIPACIÓN, INTERACCIÓN, ROLES SOCIALES.
Mientras que las otras dimensiones se centran en los aspectos personales o ambientales, en este caso el análisis se dirige a evaluar las interacciones del individuo con los demás y el papel social que desempeña. Es decir, se trata de destacar la importancia que se concede a estos aspectos en la vida de la persona; de resaltar el importante papel que juegan las oportunidades y restricciones que rodean a un individuo para participar en la vida de su comunidad.
Habrá un funcionamiento adaptativo del comportamiento de una persona en la medida en que se encuentre activamente involucrada con (asistiendo a, interaccionando con, participando en) su ambiente. El rol social deberá ser ajustado a las actividades que sean las normales para un grupo específico de edad: aspectos personales, escolares, laborales, comunitarios, afectivos, espirituales, etc.
Pero esta participación e interacción se pueden ver profundamente alteradas por la falta de recursos y servicios comunitarios, por la presencia de barreras físicas o sociales.
Todo lo que aprendemos en la vida está determinado por una cadena de eventos captados del ambiente por nuestros órganos de los sentidos, que luego serán codificados y archivados en el cerebro para ser utilizado en los procesos adaptativos de cada entorno cultural y con ello desarrollar nuestra personalidad, si un individuo con S.D. posee una o varias discapacidades en sus órganos sensoriales y unimos esta anomalía a su discapacidad intelectual, el proceso cognitivo se verá obstaculizado en gran medida. Además, está demostrado que la mejor manera de estimular su proceso adaptativo es mediante la integración social. Debido a su condición, también es posible que presente problemas médicos o incapacidades motrices y lastimosamente la discriminación social que por nuestra ignorancia es difícil de controlar, que no le permiten una interacción adecuada con su entorno, generando un retraso en su desarrollo personal en algunos casos irrecuperable
SALUD FÍSICA, SALUD MENTAL, ETIOLOGÍA.
La salud es aquí entendida en su más amplio sentido: un “estado de completo bienestar físico, mental y social”. Todos tenemos amplia experiencia de que el funcionamiento humano se ve influenciado por cualquier condición que altere su salud física o mental. La discapacidad intelectual producida por una causa determinada puede ir acompañada inexcusablemente de una alteración de la salud que, a su vez, puede repercutir sobre el desarrollo de las demás dimensiones. Pero incluso cuando no es así, la preocupación por la salud de los individuos con discapacidad intelectual y los apoyos que debemos prestar se basan en que pueden tener dificultad para reconocer sus problemas físicos y de salud mental, para gestionar su atención en los servicios comunitarios de salud, para comunicar sus síntomas y sentimientos, para comprender y ejecutar los planes de tratamiento y su seguimiento.
Cuando hablamos de salud mental, no podemos prescindir de la incidencia con que el entorno y sus variables pueden influir sobre un terreno adaptativamente menos favorables y más vulnerable. De ahí que el bienestar emocional y psicológico deban ser considerados como objetivos a tener en cuenta en los planes dirigidos a mejorar los apoyos.
EL CONTEXTO: LOS AMBIENTES Y LA CULTURA.
Se trata de contemplar las condiciones interrelacionadas en las cuales las personas viven diariamente. Se describen tres niveles de acuerdo con su proximidad al individuo:
a) el microsistema: familia, personas más próximas
b) el mesosistema: vecindario, barrio, servicios educativos, laborales, etc.
c) el macrosistema: los patrones generales de una cultura, la sociedad, la población.
Sin duda, los ambientes de integración –en educación, vivienda, trabajo, ocio– son los que mejor favorecen el crecimiento y desarrollo de las personas. Pero hay que valorar el grado real en que tal integración se puede llevar a efecto y ejecutar, porque dependerá de su presencia real en los lugares habituales de la comunidad, de la posibilidad de elección y de tomar decisiones, de la competencia (que proviene del aprendizaje y de la ejecución de actividades), del respeto al ocupar un lugar valorado por la propia comunidad, y de la participación comunitaria con la familia y amigos. El entorno familiar y social …[leer más]
Los recursos ambientales, en su más amplio sentido, condicionan el bienestar final de la persona, y comprenden realidades tan diversas como la salud, la seguridad, la comodidad material y la seguridad financiera, el ocio y las actividades recreativas, la estimulación cognitiva y el desarrollo, la disponibilidad de un trabajo que resulte interesante y sea adecuadamente remunerado. Este ambiente, por otra parte, ha de ser estable, predecible y controlado.
La dimensión cultural es otro elemento que debe ser tenido en cuenta, y más en esta época de grandes y rápidos flujos migratorios, con sus correspondientes problemas de adaptación para las personas con discapacidad.
CONCLUSIÓN.
La discapacidad intelectual no puede ser definida por un elemento único. Comprende un conjunto de condiciones que la van conformando hasta expresarse en un individuo determinado. Algunas de estas condiciones son inherentes a la persona, son sus puntos fuertes y sus puntos débiles, que es preciso descubrir para poder intervenir adecuadamente. Pero otras son inherentes a su entorno y a los recursos de que dispone o de que deja de disponer.
Por eso la discapacidad intelectual de un individuo no es una entidad fija e incambiable. Va siendo modificada por el crecimiento y desarrollo biológicos del individuo y por la disponibilidad y calidad de los apoyos que recibe. En una interacción constante y permanente entre el individuo y su ambiente.
La tarea primordial es la detección de las limitaciones y de las capacidades, en función de su edad y de sus expectativas futuras. Con el único fin de proporcionar los apoyos necesarios en cada una de las dimensiones o áreas en las que la vida de la persona se expresa y se expone.
Cuando hablamos de capacidades diferentes en el síndrome de Down, se debe tener muy claro que no nos estamos refiriendo a una descripción meramente inclusiva, contrario a ello debemos ser conscientes de que en las personas poseedoras de trisomía 21 se han encontrado con regularidad algunos aspectos de su capacidad intelectual, como es el caso de la inteligencia intrapersonal con niveles que pueden ser iguales e incluso superiores a los de la población regular. Por ello es fundamental dedicar espacio a la exploración de sus capacidades y con ello contribuir a su desarrollo personal, ya que dichas capacidades pueden ser el fuerte en el campo productivo para ellos .INTELIGENCIA INTRAPERSONAL Y DESARROLLO EN LAS PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN. ...[Leer mas]
En América latina en los últimos años múltiples equipos de profesionales y personas que de una u otro manera están relacionadas con población poseedoras del trisomía 21, han venido trabajando arduamente en el desarrollo de programas sociales, científicos, culturales, deportivos, educativos entre otros, en los que se pretende el mejoramiento del desarrollo y la calidad de vida de niños, adolescentes y adultos con síndrome de Down y otras discapacidades, pero en España debido a factores como que es un país con alta población de síndrome de Down, además de poseer lógicamente un mayor presupuestos para la investigación, entre mucha otras razones, se lleva un proceso en este sentido superior al nuestro. Por ello es mi deseo compartirles el plan de acción para personas con síndrome de Down y sus familias que han desarrollado en dicho país, ya que podría sernos de gran beneficio para el desarrollo del nuestro. PLAN DE ACCIÓN PARA LAS PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN Y SUS FAMILIAS EN ESPAÑA. ...[Leer más]
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